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MUJERES ILUMINANDO EL MUNDO
Cuerpo y espíritu. Exterior e interior. Polvo y Eternidad. El Dios invisible rodea mi vida. Su perfección se ha manifestado a través de la forma: Soy un ser humano, Soy Una mujer, Soy, Yo misma…..”
 
Hace poco leí una frase que me impactó mucho. Se ha dicho que el siglo XXI será de la mujer o no será. No pude evitar el reflexionar la frase y agregar que si la mujer sana, sanará la raza humana. La mujer tiene en sus manos ese poder depositado y confiado a ella a través de la Gracia. Su naturaleza, vocación y misión es lo que trataremos de ampliar en este artículo.
 
La naturaleza de la mujer está basada sobre su vocación originaria: ser esposa y madre; su creación, completa la creación del ser humano. Cuando Dios hizo caer a Adán en un sueño profundo, lo hizo con el objeto de crear otra intimidad que viniera a compartir la suya. Para que su soledad, se viera llena con el encuentro de está otra soledad, La mujer. Es por esto que el cuerpo de la mujer está hecho para “ser una sola carne con otro” y desarrollar en sí una nueva vida humana. Es maravilloso, que la mujer tenga el privilegio de ser portadora potencial de la vida y por lo mismo, tan urgente que re-descubra su razón de ser en el mundo.
 
La función de la mujer es doble: ser compañera de un alma y madre de otros hombres, de más mujeres. Para serlo de una forma sublime, deberá ella misma tomar la decisión de desarrollar su naturaleza femenina. Conocer su alma única, individual que sólo le pertenece a ella y forjar su carácter a través de esfuerzos concretos y pre-establecidos, la convertirá en la mujer que la sociedad de hoy necesita. El alma de la mujer en palabras de Edith Stein debe de ser por consiguiente amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llamita pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que las tiernas semillas no se congelen; debe ser luminosa para que en las esquinas y pliegues oscuros no hagan su nido los parásitos; en sí reservada, de forma que las irrupciones del exterior no amenacen la vida en el interior; vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propia realidad, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada. Esa es una imagen ideal del alma femenina. Para eso estaba plasmada el alma de la primera mujer, y así podemos nosotros pensar el alma de la Madre de Dios. Todo esto nos lleva a ver claramente cual es la misión de la mujer en el mundo: Humanizar la raza humana.
 
REFLEXIONANDO
 
Si tu alma es amplia: tendrás presente que debes llevar el calor y corazón a donde quiera que vayas. Que serás un instrumento de integración y no de división. Se debe tener presente que esto debe hacerse por perseguir la aceptación de los otros o por que se diga de mí, ¡Qué mujer más extraordinaria! Sino, por el puro hecho de estar conciente que cada otro, independiente de tu relación con él, es un alma digna de veneración y acogida como la tuya.
 
El resultado de esto es que haya delicadeza en tu trato hacia los otros. ¡Es un gusto estar en tu compañía!
 
Si tu alma es silenciosa: Especialmente en la sociedad en la que vivimos hoy, hay muy pocas respuestas de silencio interior. La misma Edith Stein lo dice: muchas almas femeninas se encuentran demasiado, y demasiado fuertemente, en movimiento; este movimiento, la carrera loca de cada día; levantarme, llevar a los niños al colegio, preparar el almuerzo; ir a la oficina; recoger a los niños, recoger la casa, ruido, estruendos que no dejan dar paso a las acciones que son ejercidas desde una mujer vigilante de ese tan necesario silencio interior para ser más efectiva en nuestras relaciones humanas. La mujer que ha conquistado el silencio interior puede vivir en medio de un mundo lleno de ruido, competencia y materialismo, pero siempre estará centrada y sus acciones serán actitudes de luz para con los demás.
 
Si tu alma esta vacía de sí y recogida en sí: Muy difícil, muy difícil, porque estamos dirigiéndonos al ego. Pero no es imposible alcanzar el vacío interior cuando hay voluntad soberana. Por supuesto, la liberación del ego sólo se logra a través del trato constante con El Dios del Amor. La piedad es una cualidad que le pertenece al sexo femenino, en ella misma por su propia naturaleza existe ese deseo de darse, de entregarse. Al donarse ella misma por voluntad propia a Dios, la entrega a los demás ya no le parecerá difícil. Aunque esto debe hacerse con el convencimiento de que eso, es lo que se quiere.
 
Si tu alma es cálida: tendrás una presencia luminosa. Cálido es el seno de una madre porque acoge; cálidas son las notas de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi porque nos hacen danzar el alma; cálido es el canto de un canario porque nos trae paz. Todo esto, eres tú cuando se desarrolla la calidez en tu alma.
 
Ser mujer en nuestros días es convertirse en guerrera de la paz. La psicología moderna ha dado por fin su visto bueno a que el alma humana forma parte de nuestra totalidad. Nos hace ser quien somos, nosotros, seres humanos. Con una dignidad que no le pertenecen a los animales ni a las plantas.
 
Viktor Frankl, medico, filósofo y neuropsiquiatra, trata de dar sentido a la vida y a la persona ante los valores como una forma de autorrealización singular. Frank ve tres dimensiones en el ser humano: Lo somático, lo psíquico y lo espiritual.
 
Lo espiritual es lo que nos hace humanos, es nuestro valor propio. Esto espiritual no es algo definitivo ni acabado, sino una construcción y un proyecto, que se realiza en la construcción de la personalidad por medio de la búsqueda del significado en nuestra propia vida. Es aquí en donde se hace presente el papel de la religión en la educación de la mujer. La religión nos hace convertirnos en aquello que estamos destinadas a ser: Mujeres…..Iluminando el mundo.
 
 
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